50 secuelas de la covid [con las que conviven los pacientes]
Diario
Médico
Raquel Serrano
Lunes, 8 marzo 2021
Fuente:
Más de cien millones de personas infectadas y cerca de tres millones de fallecidos.
Son las cifras actuales de afectación que está dejando la gran pandemia del
nuevo siglo. Un año después del gran ‘estallido’, el virus SARS-CoV-2, de
la mano de su ‘socia’, la covid-19, no sólo ha dejado un reguero de dolor y
quiebra sino que, además, sigue presente en muchos de los que
han padecido la enfermedad, originando sufrimiento y merma de su calidad de
vida. Son personas que siguen presentando manifestaciones o secuelas
persistentes una vez pasada la infección, con síntomas graves o de forma
asintomática; es lo que ya se conoce como covid persistente, una
realidad cada vez más presente a medida que la pandemia avanza.
Todavía no existe un acuerdo extendido para definir con exactitud qué es covid persistente. Mientras que algunos hablan de una ‘nueva enfermedad’, otros consideran que son secuelas y no síntomas de una enfermedad persistente. Son frecuentes, según los datos del Grupo de Trabajo en Enfermedades Infecciosas (GTei) de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), aunque se describen de forma muy heterogénea, según las series de pacientes: desde un 2% hasta un 90%, disparidad que se explica por las diversas definiciones empleadas, si se recogen o no sistemáticamente los datos, si los análisis son retrospectivos o prospectivos.
ESTUDIOS CONFIRMATORIOS
Lo cierto es que las revisiones recogen
entre 50 y hasta 200 síntomas, con una media de entre 1 y 36 por paciente,
según datos de la Sociedad Española de Médicos Generales y Familia (SEMG)
obtenidos de 1.800 pacientes con un tiempo medio de persistencia de más de seis
meses de sintomatología covid-19. El 79% eran mujeres y la mitad de los
enfermos tenían entre 36 y 50 años.
Uno de los mejores metanálisis aparecidos hasta ahora, en la plataforma de prepublicación medRxiv, obra de un equipo internacional dirigido por Sonia Villapol, neurocientífica del Weill Cornell Medical College, de New York, ha recopilado entre 50.000 pacientes ese medio centenar de secuelas -detallan 55- tras cribar casi 20.000 estudios. Vieron que el 80% de los pacientes mantenían al menos una secuela, como fatiga, dolor de cabeza, disnea, pérdida de cabello, niebla cerebral y ageusia.
Otros análisis, como el dirigido por el King’s College de Londres, en Reino Unido, entre más de 4.000 pacientes usuarios de la aplicación Covid Symptom Study, indican que uno de cada siete tenía síntomas durante más de cuatro semanas; uno de cada veinte durante al menos ocho semanas, y uno de cada cincuenta seguían sintomáticos a los tres meses. También se refirieron más mujeres y un 16% de los estudiados presentaron alguna recurrencia tras un periodo de mejoría. Los porcentajes pueden llegar hasta el 50% o incluso el 90% entre hospitalizados.
Las unidades de seguimiento
post-covid ya están en marcha en muchos hospitales para recolectar más
datos que permitan descifrar su origen, actividad y tiempo de duración y
llevar a cabo ensayos clínicos que ofrezcan estrategias farmacológicas
eficaces y adaptadas a esta nueva realidad.
La covid-19 no es una enfermedad conocida
y, por tanto, tampoco lo son sus potenciales secuelas. Hasta cuándo pueden
permanecer y cómo se pueden resolver son preguntas que deben resolverse
con investigación, teniendo en cuenta que tampoco se sabe hasta cuándo
el SARS-CoV-2 formará parte de nuestras vidas.
Fuente: https://www.diariomedico.com/investigacion/50-secuelas-de-la-covid.html
1. Neumología: sin correlación entre la clínica y
las pruebas
Raquel Serrano
Tres meses después de
la primera ola de la pandemia, profesionales del Hospital 12 de
Octubre, de Madrid, estudiaban, en consulta monográfica
post-covid, a unos 4.000 pacientes ingresados -en planta, en UCRI y
en UCI-, por covid-19 a los que, meses después, se sumaron otros 3.000
para buscar síntomas residuales”, explica Victoria Villena,
jefa del Servicio de Neumología del citado centro.
En la mayoría de las
personas en seguimiento, se observa, sobre todo, astenia y disnea,
esta última con connotaciones un tanto enigmáticas, ya que entre los
datos de los exámenes de función pulmonar y lo que manifiesta el paciente hay
una escasa correlación. “No se explica adecuadamente. En muchos casos, los
resultados de las pruebas funcionales son normales o tienen una ligera
alteración de la difusión. Pero el paciente presenta mucha más disnea
de la que somos capaces de explicar con las pruebas”.
Se desconoce la razón concreta de este fenómeno, aunque es posible que la explicación sea multifactorial: componentes de la función cardíaca, muscular, e incluso otros que no está reflejando la función pulmonar, ya que en la mayoría de las ocasiones las pruebas son normales.
DISNEA Y ASTENIA
La disnea y astenia son dos de las
secuelas de la covid-19.
La justificación inicial
ante este fenómeno se dirigía hacia un componente de fibrosis pulmonar, sobre
todo en los que habían requerido UCI y que hubieran presentado distrés
respiratorio, pero “los pacientes con señales de fibrosis son muy
aislados y pueden tener una pequeña radiología residual que, desde
luego, no se corresponde con la clínica, que es muy llamativa
porque siguen con síntomas”.
Algunos estudios
internacionales ya apuntan a que el 58% de los afectados por
covid-19 presentarían astenia o fatiga, el 24% disnea y
el 19% tos residual e incluso febrícula.
Esta afectación residual
no parece tener una predilección específica por grupos de población, pero “sí
se están viendo ya personas jóvenes –alrededor de los 40
años-, en los que persisten las taquicardias, aunque tampoco se
observan claras alteraciones como para justificar la clínica.
Se desconoce también si
serían capaces de precipitar, si se cronifican, otro tipo de patología
respiratoria. “No se sabe. Tres meses después hay más personas con clínica que
a los seis meses después. Disminuye, pero se va a cumplir un año de la
primera ola y todavía hay personas con síntomas. ¿Cuánto va a durar? No
tenemos suficiente experiencia ni datos como para saber si las secuelas
se van a mantener seis meses o dos años o si permanecen más de un año
y perdurarán para siempre. Esta infección no se parece a nada de lo visto
antes”.
2.
Neurología: ni
rastro de alteraciones cerebrales importantes
Raquel Serrano
“Los síntomas
neurológicos son, después de los respiratorios, los
más frecuentes entre los pacientes con covid-19. Ocurren en, al menos,
la mitad de los pacientes, muchos de ellos desde fases muy tempranas de
la infección o incluso siendo el primer síntoma, como es el caso de la cefalea,
el dolor muscular y la anosmia.
El Registro
COVID de Manifestaciones Neurológicas que ha puesto en
marcha la Sociedad Española de Neurología
(SEN) ha observado que, en el caso de la
cefalea, “tener antecedentes de cefalea o de migraña hace que
sea más común sufrir dolor de cabeza durante la infección por coronavirus”,
señala José Miguel Laínez, presidente de la SEN y jefe de
Neurología del Hospital
Clínico de Valencia.
DIRECCIÓN FAVORABLE
Los síntomas neurológicos son, después de
los respiratorios, los más frecuentes entre los pacientes con covid-19.
De la experiencia
clínica y de los datos que se empiezan a extraer del citado registro parece que
muchas de las alteraciones suelen presentar, con el tiempo, una mejoría
progresiva, en ocasiones más paulatina, pero casi siempre en una dirección
favorable. “La pérdida de olfato y la cefalea suelen durar
unas dos semanas, pero en un pequeño porcentaje de pacientes se ha observado
persistencia de la misma, incluso varios meses después".
Otros síntomas son la
dificultad para concentrarse y la “niebla cerebral” -fallos de
atención, despistes, dificultad para concentrarse o lentitud mental-, en
personas que han eliminado el virus en su organismo. La cefalea -que aparece
en un 44% de los casos con covid-19- y las alteraciones de la
atención y la memoria -con un 27%- "figuran entre los síntomas más
frecuentes en la fase aguda y con mayor probabilidad de persistir:
entre un 10 y un 30% de las personas pueden seguir
padeciéndolos al cabo de varios meses, aunque la tónica general es que
desaparezcan en unas dos semanas”.
La buena noticia, constatada, es que, “de modo global, no existen alteraciones en las pruebas de neuroimagen que hagan pensar en una lesión estructural del cerebro”.
CONSULTA INMEDIATA
Aunque minoritarios, se
han constatado casos en los que el coronavirus ha originado ictus y
otras alteraciones cerebrales de mayor relevancia. Se han visto ictus en
personas no ancianas y sin factores de riesgo para tenerlos; por ello es más
importante que nunca que si una persona tiene síntomas neurológicos de inicio
súbito consulte cuanto antes”.
La mayoría de síntomas
neurológicos tienden a mejorar, pero “debemos comprender cuál es su causa y qué
tienen de especial las personas que los padecen, para adoptar medidas
que permitan protegerlas y minimizar el riesgo”.
3.
Cardiología: fallos
entre los sistemas reguladores
Raquel Serrano
“En la fase aguda de la infección por
covid-19, la presencia de marcadores de daño mecánico, como el
aumento de troponina en sangre, indica un mayor riesgo de mortalidad,
independientemente de que el afectado tenga cardiopatía previa o no”,
según Javier Bermejo Thomas, jefe y coordinador de Cardiología
No Invasiva del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, que detalla que en
esta fase y en pacientes graves, la afectación cardíaca y las secuelas sobre el
corazón son muy relevantes”.
Pero, ¿este daño es capaz de desencadenar
o hacer que permanezcan ciertas lesiones? Bermejo explica que en la
fase crónica se ha observado una gran, aunque benigna, descompensación
en el control de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca: pueden
estar hipotensos o hipertensos, presentar taquicardia o bradicardia. “Es como
si todos los mecanismos reguladores fallaran. Es muy insidioso y se acompaña
con sensación de cansancio, cefalea o dificultad para concentrarse. Pero no
está claro hasta qué punto el centro de atención es el corazón o es el
control del corazón por el sistema nervioso”.
¿REGULACIÓN CEREBRAL?
En la fase aguda por infección por
covid-19 y en pacientes graves, la afectación cardíaca y las secuelas sobre el
corazón son muy relevantes
Al igual que lo que han detectado los
neumólogos, al estudiar el corazón no se han observado alteraciones,
en la mayoría de los casos, que justifiquen este desequilibrio.
“Debe existir un componente funcional que tendremos que seguir analizando y
dilucidar qué está pasando. En principio, la sospecha es que puede estar
relacionado con mecanismos de regulación cerebral, pero aún no
sabemos nada concreto”.
Este fenómeno no se relaciona con ningún
grupo concreto de población, se da en personas jóvenes y de edad más
avanzada, y tampoco está muy asociado con la gravedad de la infección viral.
“Es imprescindible determinar si, finalmente, estos efectos se regulan y en
cuánto tiempo. Pero, actualmente, hay personas en las que persiste cierta
sintomatología el contagio. No es que aparezcan después; es una
continuación y sigue persistiendo”.
A fecha de hoy, se desconoce si el daño
viral podría ser el origen directo de otras patologías cardíacas.
“No se sabe y es lo que hay que aclarar y depurar con la mayor precisión
posible. Lo que más preocupación genera es que, a largo plazo, pudiera
relacionarse con arritmias graves y muerte súbita”, y recuerda que con el
SARS-CoV-1 sí se verificaron secuelas crónicas en pulmón, como fibrosis, pero
“no en el corazón, por lo que hay que comprobarlo con este virus.
Aunque fuera en una proporción baja, ya tenemos tres millones de infectados en
España, por lo que estamos hablamos del 20-25% de la población”.
4. Hematología: trombosis, el signo más común en las
consultas
Raquel Serrano
“Las trombosis
asociadas al virus, su profilaxis y sus complicaciones han sido uno de los
motivos más frecuentes de consulta en pacientes sin enfermedades
hematológicas de base”, afirma Armando López Guillermo, vicepresidente
de la Sociedad Española de Hemotología y
Hemoterapia (SEHH) y hematólogo en el Hospital
Clínic, de Barcelona.
Con el tiempo, y
según Víctor Jiménez Yuste, también vicepresidente de la SEHH y jefe de Servicio de Hematología del
Hospital La Paz, de Madrid, en algunos pacientes
que presentaron afectación pulmonar grave durante las primeras etapas de la
enfermedad y que posteriormente fueron seguidos y controlados en las consultas
post-covid, “se observó disnea persistente de leve a moderada asociada
a dolor torácico leve. En un número importante de éstos se apreciaron fenómenos
trombóticos en el árbol vascular y alteración en perfusión vascular del lecho
pulmonar. En estos momentos, se está valorando con el tiempo una
resolución de los fenómenos trombóticos”.
PERSISTENCIA DEL VIRUS
Las trombosis asociadas al virus han sido
uno de los motivos más frecuentes de consulta
López Guillermo
aclara que, sin duda, los pacientes con cierto grado de inmunodepresión,
por su patología hematológica de base o por los tratamientos que reciben,
tienen un riesgo aumentado de persistencia del virus, así como
pacientes sometidos a terapia inmunosupresora por otras patologías.
“La inmunosupresión y la gravedad de la enfermedad se han relacionado con mayor
riesgo de persistencia del virus. Se ha sugerido incluso que la
persistencia del virus podría relacionarse con la aparición de mutaciones
víricas”.
No existen aún pautas de
consenso sobre qué hacer en enfermos con persistencia de covid-19, pero en
el Clínic de Barcelona “a los pacientes con hemopatías
malignas activas en los que persiste el virus y, por tanto, se
compromete el poder seguir con el tratamiento de la hemopatía, intentamos eliminar
el virus con anti-virales y plasma de paciente recuperado de covid-19”.
No es una estrategia
generalizable, aunque ya son distintos los hospitales que, de forma local,
están analizando la incidencia observada a largo plazo de fenómenos trombóticos,
no sólo a nivel pulmonar sino en otras localizaciones. Además, la SEHH está
colaborando con la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) y
el colectivo ‘Long Covid Acts’ en un proyecto marco sobre covid persistente”,
matiza Jiménez Yuste, quien señala que la mayoría de los ensayos clínicos, aún
en fases iniciales, están orientados, “fundamentalmente a concretar la
dosis adecuada de heparina en la prevención de los efectos trombóticos y
su modificación en función de la gravedad en el manejo de los
pacientes con covid-19”.
5. Otorrinolaringología: los receptores de entrada alteran el olfato y el gusto
Raquel Serrano
“La anosmia y la
ageusia fueron de los primeros y más frecuentes síntomas identificados
en pacientes covid-19”, indica Pablo Parente, coordinador
del Comité Covid de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de
Cabeza y Cuello (SEORL-CCC), y jefe del Servicio de
ORL del Hospital HM Rosaleda, en La Coruña.
Casi un año después del
comienzo de la pandemia, hay nuevos hallazgos que explicarían la
persistencia de algunos de los síntomas iniciales: la coexpresión
de receptores ACE2 y TMPRSS2, tanto en el neuroepitelio olfatorio como en
las papilas gustativas, específicamente en las células de soporte, y más
recientemente otro receptor en la membrana presente en estas células, la neuropilina-1
(NRP-1), que facilita la entrada del virus en la célula.
“La lesión de estas células de soporte parece ser el factor fundamental que provoca una disfunción secundaria en el receptor nervioso, las fibras terminales de la neurona olfatoria en la mayor parte de los casos. Si no existe lesión de la terminación nerviosa, la recuperación es rápida. Sin embargo, también se ha encontrado la evidencia de que, en algunos casos, el virus puede entrar en el bulbo olfativo y, desde ahí, extenderse a otras partes del encéfalo”.
MODELO GRADUAL
La alteración del olfato es más frecuente
en mujeres que en hombres
De especial interés son
las publicaciones sobre otitis media, hipoacusia neurosensorial y
sordera brusca y sobre los pacientes que han requerido intubación
prolongada y traqueotomía, que presentan “un mayor número de
lesiones laringotraqueales, como estenosis o fístulas, que el mismo
paciente en UCI por otros cuadros. La mitad de ellos presentan alteraciones
de la voz a los dos meses del alta, un 30% disfagia y
hasta un 80% alteraciones en la laringoscopia”.
Según los datos de la
SEORL-CCC, en un 5% de los pacientes persiste la alteración olfativa a
los seis meses de haber pasado la enfermedad, aunque “por las
especiales características del sentido del olfato, no pueden
considerarse aún secuelas y son susceptibles de
tratamiento”. Aunque más del 80% de los afectados recuperan
espontáneamente el olfato en los primeros dos meses, hay casos en los que
no, tal vez porque la inflamación local o la invasión vírica han provocado
la lesión directa e irreversible de gran parte de las neuronas
del bulbo olfativo”.
Aunque sería lógico
pensar que las alteraciones provocadas por la covid-19 pueden empeorar cuadros
previos de anosmia o disgeusia, siguen produciéndose buenas noticias, ya que “excepcionalmente
se han descrito mejorías sintomáticas durante la propia enfermedad, hecho
que se ha relacionado con el bloqueo de la señal de las neuronas mediado por la
neuropilina-1”.
“Fatiga, cansancio y
dolor de cabeza son los síntomas persistentes más frecuentes
después de haber pasado la covid-19. La falta de aire también
es frecuente, pudiendo ser ocasionalmente grave, y pueden persistir o recurrir
los dolores y debilidad musculares, mareo, palpitaciones, dolor
de pecho, pérdida del olfato o del gusto, tos, febrícula, dolor
de garganta, dispepsia y otras molestias
abdominales, lesiones cutáneas, parestesias, una
mayor dificultad para concentrarse o problemas de
memoria.
Se han descrito además
pacientes que tras la infección permanecen con secuelas cardíacas después
de haber padecido un infarto de miocardio o una miocarditis o aparecer insuficiencia
renal o una eliminación elevada de proteínas en la orina,
sin olvidar trastornos psicológicos, como la ansiedad o el insomnio e
incluso depresión más grave o de estrés postraumático”.
Este es el amplio
abanico de posibilidades residuales que describe Juan
María Herrero, del Grupo
de Trabajo en Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina
Interna (SEMI).
Sobre en qué casos se podría hablar de síndrome post-covid-19, el también internista en el Hospital La Paz, de Madrid, considera que, puesto que la evidencia científica sobre esta entidad es todavía escasa y existe “una multitud de síntomas que pueden persistir o recurrir tras el cuadro inicial, y que no son específicos de esta enfermedad, se podría emplear una definición más pragmática.
MANEJO HABITUAL
Fatiga, cansancio y dolor de cabeza son
los síntomas persistentes más frecuentes después de haber pasado la covid-19.
Las guías
del NICE (National Institute for Health and
Care Excellence) en Reino Unido lo definen como
aquellos síntomas y signos que se desarrollan durante o después de la
infección por SARS-CoV-2, que continúan por más de doce semanas y
que no se pueden explicar por un diagnóstico alternativo”.
Aunque la mayoría de
afectados se recupera rápidamente y sin secuelas, otros -incluso
personas jóvenes, previamente sanas, y con infecciones más leves- pueden
sufrir esta sintomatología prolongada, y en ocasiones incapacitante, por lo
que “hay que encarar el futuro sin perder de vista los potenciales
tratamientos que palíen esta situación. Aún no existe un
tratamiento específico para las patologías que persisten tras el
cuadro agudo; se manejan como dolencias similares provocadas
por otras enfermedades.
Se ha aprendido mucho del manejo farmacológico en la fase aguda, pero la utilidad para prevenir o tratar estas secuelas o estos síntomas persistentes está todavía por determinar”, por lo que considera prioritario potenciar estudios multicéntricos y multidisciplinares con seguimiento homogéneo que definan cuál es la evolución a más largo plazo y qué tratamientos pueden mitigar estas.
7. Digestivo: hasta un 60% de casos con signos gástricos
Raquel Serrano
“Hasta un 60% de pacientes que ingresan por covid-19 presentan síntomas gastrointestinales, si bien, según los estudios, la cifra oscila entre un 2% y un 60%. Los más frecuentes son diarrea (9%-34%), náuseas (7%-26%), dolor abdominal (3%-11%) y falta de apetito o anorexia (35%).
Hasta un 60% de pacientes que
ingresan por covid-19 presentan síntomas gastrointestinales
Hasta en un 16%
los síntomas gastrointestinales son los iniciales antes de que
aparezcan los síntomas respiratorios”, detalla Luis Bujanda, catedrático
de Medicina en la Universidad del País Vasco y jefe
del Área de Enfermedades Hepáticas y Gastrointestinales del Instituto
Biodonostia, quien además recuerda que “muchos de
los fármacos administrados de forma empírica en la primera ola
producían con frecuencia síntomas gastrointestinales como el lopinavir, el
ritonavir o la hidroxicloroquina”.
Parámetros bioquímicos,
como el aumento de transaminasas y bilirrubina, pueden
observarse hasta en el 58% de los pacientes con infección severa y entre un 14%
y un 53% de todos los infectados, sin que se conozca con exactitud el mecanismo
fisiopatológico del daño hepático, “aunque podría deberse
al estado hiperinflamatorio y a la microangiopatía
trombótica que se observa, sobre todo, en la enfermedad grave por
coronavirus, aunque los síntomas digestivos se observan con más
frecuencia en los mayores de 60 años y en los que tienen
comorbilidades u obesidad”.
De la sintomatología
mencionada, existen algunos casos considerados graves, como
los ingresados en UCI con síndrome de distrés respiratorio que,
entre los que tienen infección por covid-19, presentan con más frecuencia íleo
paralítico (48% frente a 22% sin covid), isquemia intestinal (4%
frente a 0%) y aumento de transaminasas (55% frente a 27%).
RECEPTORES EN CÉLULAS
Los receptores necesarios
para que el virus penetre en las células (ACE2) también se encuentran en
los enterocitos, colonocitos, colangiocitos y hepatocitos, razón
por la cual la covid-19 generaría síntomas digestivos. Incluso se
han llegado a encontrar concentraciones más altas del virus en la
mucosa intestinal que en la vía respiratoria, motivo por el cual es
posible detectar el SARS-CoV-2 en heces: entre un 36% y un 53% de
las personas infectadas, lo que sin embargo, “no incrementa más el riesgo de un
pronóstico desfavorable”.
En aparato digestivo o
en el hígado no se ha demostrado que se produzcan trastornos
persistentes, como ocurre con la fibrosis en el pulmón. “Con los actuales
datos disponibles parece muy poco probable e infrecuente”, indica Bujanda,
quien adelanta que ya están en marcha estudios nacionales, algunos
multicéntricos, para describir los síntomas y complicaciones digestivas
de la covid-19 en enfermedad inflamatoria intestinal, por
ejemplo.
8. Dermatología: patrones bien definidos de
afectación en la piel
Raquel Serrano
A pesar de no haber
ningún estudio de frecuencias, Cristina Galván, del Hospital de Móstoles, en Madrid,
y principal autora del estudio Covid Piel de
la Asociación
Española de Dermatología y Venereología (AEDV),
distingue entre las manifestaciones de la piel que coinciden con los
picos de la pandemia y los que aparecen en la fase post-covid.
“En las fases de mayor
incidencia han sido muy variadas y la mayoría muy similares, si no
idénticas, a problemas dermatológicos ya conocidos: urticaria, erupciones
similares a las de la varicela, el sarampión o la pitiriasis
rosada, necrosis o livedos cutáneos en
casos de pacientes muy graves. También lesiones iguales a los sabañones,
estas últimas en personas sin afectación general y en fases muy tardías,
y en pacientes ingresados, alteraciones en la mucosa de la boca,
sobre todo en la lengua”. Pasada la fase aguda, se ha
detectado efluvio telógeno muy brusco y que, “aunque asusta
mucho, suele recuperarse completamente en unos meses”.
Un nuevo y reciente fenómeno
son las erupciones que están apareciendo con la vacunación que,
en los casos observados, “no son graves ni duraderas, pero debemos estudiarlas
porque ayudarán a entender un poco mejor al virus y nuestros
mecanismos de defensa frente a él”.
GRADIENTES
Se han comunicado muchos casos de
empeoramiento de dermopatías previas
Cada patrón de manifestación
cutánea covid-19 está bastante definido. “Hay un gradiente. En el extremo
de edad joven y buena evolución están las lesiones similares a sabañones y
en el extremo de gravedad sistémica y pacientes
mayores, están las lesiones necróticas. Esta asociación no
significa un mayor riesgo de enfermar o de enfermar gravemente. El patrón del
problema cutáneo ayuda a encuadrar la situación clínica del
paciente”.
Sí se han comunicado
muchos casos de empeoramiento de dermopatías previas durante
el proceso de enfermedad por SARS-CoV-2, “con mayor frecuencia en psoriasis y
urticaria crónica. No parece que se mantenga a largo plazo, pero
sí suelen necesitar un refuerzo en su terapéutica dermatológica”.
Sólo en los casos
de lesiones necróticas, que suponen un daño o ‘muerte’
irreversible de una zona de la piel, las secuelas son
inevitables. Pero en “la gran mayoría de los que han tenido manifestaciones
en la piel la resolución cutánea ha sido completa, aunque el
proceso haya sido más duradero o se haya prolongado meses”.
Aún así, insiste en que
“no debemos bajar la guardia hasta completar el puzle de la covid; hay
que encontrar el tratamiento del proceso general, conseguir el no
contagio o el buen curso clínico para todos los infectados. Si esto sucediera,
la mayoría de las manifestaciones cutáneas no estarían presentes”.
9. Oftalmología: síntomas oculares leves en la
mayoría de los casos
Raquel Serrano
“La conjuntivis aparece aparece
aproximadamente en uno de cada diez pacientes afectados de
covid-19. Suele ser leve, se manifiesta como ojo rojo y
lagrimeo, pero que no requiere tratamiento específico. No obstante, se han
descrito también alteraciones en la motilidad ocular, aumento
de lesiones vasculares retinianas, como trombosis venosas, por
ejemplo, e incluso raros casos de inflamación ocular o uveítis”,
relata Pedro Arriola, del Servicio de Oftalmología del Hospital
Clínico de Madrid.
Su equipo ha sido pionero en
el hallazgo de conjuntivitis en los pacientes que ingresaban por coronavirus,
tras las observaciones en los pacientes que ingresaban en este centro
hospitalario.
Aunque actualmente se están desarrollando muchos estudios sobre en qué pacientes se produce conjuntivitis asociada a covid-19 con mayor frecuencia, de momento “no hay ningún factor de riesgo establecido”. Algunos autores han sugerido que los que presentan una forma más grave de la enfermedad, los que requieren ingreso en UCI, por ejemplo, pueden desarrollar más frecuentemente conjuntivitis. Sin embargo, “hay otros estudios que no han podido establecer dicha asociación”.
La conjuntivitis es el síntomas más
destacado en pacientes que han padecido covid-19.
Arriola indica que, en general “no se han
descrito patología oftalmológicas
de ‘novo’ asociadas o
relacionadas con el coronavirus, aunque sí es el
responsable indirecto del aumento de casos de ojo seco -derivados
del uso continuo de la mascarilla quirúrgica, del uso de pantallas
y del confinamiento-, y que además se ha relacionado con un “empeoramiento de
la calidad de la lágrima en pacientes que ya tenían ojo seco moderado a
severo”.
Son escasos los estudios
sobre las consecuencias a largo plazo del virus en el ojo y
que pudieran considerarse como secuelas post-covid, aunque el equipo de este
centro ya está llevando a cabo diversos estudios prospectivos, con
“resultados aún preliminares”, indica Arriola, quien adelanta que muchos de los
artículos publicados hasta el momento acerca de patologías oculares
relacionadas con la covid-19 son en su mayoría casos clínicos aislados
o series de casos.
Pero, afortunadamente,
“por ahora no hay evidencia sólida sobre las interacciones con otras
enfermedades o patologías sistémicas”.
Dado que no es frecuente
que la covid-19 produzca secuelas específicas a nivel ocular, de momento no
parece necesario implantar consultas específicas, “aunque se está vigilando
estrechamente e intensificando el tratamiento en pacientes con ojo seco severo con
alto riesgo de empeorar por el uso de las mascarilla.
10. Psiquiatría: futura pandemia de
‘patologías del alma’
Raquel Serrano
La mente ha sido otra de las grandes afectadas por la pandemia. En los próximos años se espera un incremento del 20% de los trastornos mentales graves, otra “futura pandemia” de la que ya ha alertado la OMS.
Los trastornos de salud mental aumentarán
en los próximos años a consecuencia de la pandemia.
En las personas
que tuvieron covid-19, y sobre todo en los que ingresaron
en UCI, se constata ahora un aumento de la patología mental. “Tienen
una mayor repercusión cerebral y, por tanto, psiquiátrica, que las
personas que ingresan en la UCI por otras patologías: deterioro
cognitivo y de respuesta emocional, distintas en cada caso”, señala Celso
Arango, presidente de la Sociedad Española de
Psiquiatría y jefe del Servicio de Psiquiatría y
Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid,
en cuyo hospital se ha organizado una Unidad Covid post-UCI para
estudiar su repercusión.
Se empieza también a
asentar el síndrome post-covid: personas que han negativizado la
infección desde hace mucho tiempo –por lo que no sería un efecto directo del
virus-, pero “que se quedan anhedónicos, apáticos, abúlicos, lo que
obliga a un importante diagnóstico diferencial con un cuadro depresivo”.
Entre los profesionales
sanitarios, aparece un nuevo fenómeno que se suma a los
cuatro síntomas previos clásicos (estrés postraumático, ansiedad, depresión e
insomnio): la desmoralización o indefensión aprendida, basado en
que si una persona, haga lo que haga, comprueba que todo sigue igual y que no
depende de él, tira la toalla”.
Hay además numerosos y
graves efectos colaterales entre la población general y más
concretamente entre familiares de primer grado de fallecidos por
covid-19 en los que el duelo complejo –que
habitualmente es del 2%- se está disparando hasta un 25%, lo
que “puede desembocar posteriormente en algún tipo de patología psiquiátrica”.
Otra eclosión alarmante, que se observa en toda Europa,
afecta a adolescentes, entre los que “se están viendo más ideaciones
e intentos de suicidio y de trastornos de la conducta
alimentaria”.
En pacientes con trastornos
mentales previos, la posibilidad de contagio y de complicaciones,
incluida la muerte, se duplica en caso de contraer la
covid-19, fenómeno por el que los psiquiatras piden que este grupo sea
prioritario para la vacunación.
La preocupación se
extrema porque este tipo de secuelas, en todos los grupos afectados, podría
precipitar algún tipo de enfermedad mental que aún no se había
manifestado. “Estas secuelas pueden ser un factor precipitante en
personas especialmente vulnerables. El contexto covid-19 puede ser “la
última gota que colma el vaso”, lo que subraya la necesidad de “gestionar
recursos y reforzar los servicios, articulando un nuevo sistema de
salud mental”.
Fuente: Diario Médico. https://www.diariomedico.com/investigacion/50-secuelas-de-la-covid.html
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